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Oumifiss

  • ecocompartimos
  • 2 days ago
  • 3 min read

Cualquier persona diría que poco se puede hacer en un lugar como este. A unos kilometros de la ciudad Guelmim “La Puerta del Desierto” como la llaman, me encuentro aislado de cualquier actividad de ocio como: cines, cafés, tiendas de ropa o cualquier lugar que tenga algún tipo de luz o escaparate. —¿Qué diablos hago aquí?— Podría preguntarme. No obstante hay mucho por hacer, crear, revivir en Oumifiss. Gente como Mustaphá (el jefe de la associación) así lo cree, y gente como yo hemos venido a ayudar y a soñar junto a él.


Puerta junto a la asociación
Puerta junto a la asociación

Sopresa de mí me encuentro en esta región con particulares puertas como en la foto. Colores y símbolos diferentes en cada una de ellas. — ¿Tendrán algún significado?— Me pregunto. Esta fue la primera pero no la última que me llama la atención. Por la zona hay tantas que me paro a disparar. Ángela se ríe cuando ve mi cámara llena de puertas. Por supuesto he preguntado su significado, aunque la respuesta fue un tanto “inconcluente”. “Schuab” (al menos así se pronuncia), un hombre de Oumifiss me dijo:


“Lo único importante de las puertas es saber como abrirlas”.


—Toma frasecita de filosofía—. Pensé, aunque es buena.


A parte de las puertas hay mucha arena, palmeras y por supuesto, al igual que en España tenemos una iglesia por cada pueblecito, aquí hay una mezquita. Pues poco importa que el número de ovejas sea mayor que el de personas. Todos santos y puros. —Inshallah— palabra usada muy a menudo en Marruecos y que significa “si Dios quiere”. Al lado, un rio divide el pueblo en dos, la parte nueva y la vieja —No he visto mucha diferencia—.Y para terminar unas montañas hacia el sur, hacen de barrera o torre para imaginar o ir, al Sáhara.


Oumifiss desde las montañas. Mezquita en el centro.
Oumifiss desde las montañas. Mezquita en el centro.

El otro día salí con la bici, un poco incómoda para mi altura y más aún con un sillín que se me metía por… Necesitaba un poco de aventura, adrenalina. Me dirijí hacia el pueblo de al lado, parecido a Oumifiss me sorprendió su campo de fútbol. De verde cesped y porterías nuevas se imponía frente a mí con la puerta abierta. Se de buena tinta el amor al fútbol del pueblo marroquí y esto solo lo confirma. El dolor de culo no me impidió seguir investigando. Más carretera, desierto y algunas señales curiosas por el camino.


Señal de “Cuidado animales” (allí no había ser vivo alguno).
Señal de “Cuidado animales” (allí no había ser vivo alguno).

En dirección Guelmim, la ciudad más grande de la región a unos 20km de distancia. Optimista de mí acabé en una especie de pedanía casi desidratado buscando algo que beber. A lo lejos “Café Majorel”. Dejé la bici cansado y entré. Un grupo de niños trataban con el dependiente. Un hombre centenario envuelto en un turbante de color negro. De piel árida como el desierto pero ojos aún vivos detrás de unas sucias gafas, lo contrario a sus dientes que a penas le aguantaban un par. Apuntando algo en una hoja rasgada de algún cuaderno, intentaba cuadrar las cuentas de una bolsa de patatas y un par de refrescos. Yo, esperaba pacientemente mientras los niños giraban sus cabezas de un lado a otro entre el anciano, y el extranjero.


La tienda del Anciano y la bici que monto.
La tienda del Anciano y la bici que monto.

Un acento francés oxidado y unas sonrisas me permitieron comprar un refresco por unos pocos Dirhams —Que bien me sentó. Allí me quedé un rato a la sombra escribiendo estas páginas que ahora lees, entre motos que llegaban a echar gasolina (sí, y en botellas de cristal), y niños que jugaban y reían con camisetas de fútbol como la de messi o más antigua aún, la de Ronaldinho. —En esta región los madridistas poco tienen que hacer, son todos culés.


Después de beberme el mejor Sprite en mucho tiempo e intercambiar miradas extrañas con locales, pensé en volver. De noche sería bastante difícil por qué mi única luz serían las estrallas.—Que por cierto aquí normalmente se ven cielos increíbles—.


Oumifiss “hogar de hienas”. Seguramente hayan muerto todas por la calor pero no tentaré a la suerte.


-Kevin Cano



 
 
 

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